viernes, 23 de marzo de 2018

Lourdes Apariciòn

EL PROVINCIANO

Tres minutos y la combi cruza la plazuela Belén de Pisco
hay hombres tatuados en las veredas
piden limosna para comprarse una vida
vendedores de electrodomésticos que están cansados
es feriado y ellos no lo saben
tienen a la tristeza en el bolsillo
tratando de cubrir ese espacio que dejan las quincenas

Hay que pagarle al panadero
al que alquila esto que llamamos cuarto
la pensión que nos da doña Martha
y la soledad que cobra billetes de 20 cada sábado
la soledad que cambia de rostro cada sábado
y que cobra por hora cada sábado

El semáforo nos detiene
frente a la casa de la cultura
una casa vacía
que con sus lágrimas formó un pequeño lago
donde han visto dar vueltas a hombres elegantes alrededor de ella
cómo queriendo tumbarla
la casa vacía
no sabe los nombres de quienes murieron para que ella exista

Al fondo de la combi
las carcajadas se escuchan
provincianos con overoles ríen después de haber trabajado
todos encontramos una carcajada en la tristeza del otro

Suena Chacalón en la radio
y en las ventanas las dunas ya se dejan ver
son las cinco de la tarde y el sol sigue quemándonos las manos
estamos en la panamericana sur
y siento que no llegaré a casa
la tristeza tiene forma de árbol
seco y delgado
y a veces es un provinciano vestido de naranja
construyendo un puente en la nueva carretera
lleva una vida latosa y rutinaria
desayuna a la misma hora todos los días
almuerza a la misma hora todos los días
cena a la misma hora todos los días
llega al trabajo a la misma hora todos los días
sale del trabajo a la misma hora todos los días
pero todos los días no es el mismo hombre provinciano a cantinero) (2016). Lima: Editorial Bracamaros.



ANDAHUAYLAS DETRÁS DE LA VENTANA

                                                           A Luis Enrique, quien
guardó el reloj para enseñarme qué hora es

Camino por el Girón Guillermo Cáceres
con Andahuaylas en el pecho
y el cementerio en la frente
alzo mis ojos
y veo mi reflejo en las cruces que tienen pequeños espejos incrustados
y que desde el cerro Huayhuaca
me alumbra la cara
para despertarme por completo

Tengo la costumbre
de recordar a Pacucha
y preguntarme
Cuándo recogeré a mi tristeza
que pesca en su orilla,
miro por la ventana
y veo
a Andahuaylas devolviéndome la sonrisa
todos los días

Veo a Andahuaylas detrás de la ventana
y pienso en mi madre cargando sus angustias en la yiclla de colores
que se compró el 28 de febrero
recuerdo
a  mi hermana Ayra correr por el pasadizo pequeño
hacía el techo
para dibujar la infancia
que se despide detrás del maizal

Andahuaylas detrás de la ventana
es mi tío
que lleva los bosques de eucalipto en el pecho
para no morir con asma por este frío

Andahuaylas detrás de la ventana
es el río Chumbau con brazos
lavando la cara de mis amigos/hermanos
para que se les quite la nostalgia
que trae la lluvia en diciembre

Andahuaylas detrás de la ventana
es una mamita que vende anticuchos
hasta las once y media de la noche en la avenida Perú
para poder enviar al colegio a sus nietos
porque su hija
una cholita de labios gruesos
se fue a trabajar a Lima hace cinco meses

Podemos mirar todo detrás de la ventana
A Andahuaylas
Al Perú
A nosotros mismos.


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