lunes, 16 de octubre de 2017

©Esther González Sánchez

Pintura de  Rob Gonsalves


PLEGARIA ENTRE LA NIEBLA

Amor que así me mueres
en este inmenso páramo
de místico infortunio:
 mi alma es el silencio
el pálido reposo
pupila de buscarte,
y en el espacio urgente de quererte
el refugio de amar hasta el abismo.

Mi costumbre  de sol,
mi tránsito amoroso:
si aún bebieras en río de mis labios,
si acaso como a mi  te tiemblan horas
que fueron de ternura
en tardes de cerezas,
di en manos de qué Dios o en qué condena
bajaron al desnudo nuestras horas,
que a veces no sé donde encontrarte
ni en qué lugar pedirte
de la sombra enlutada,
e igual que se regala
el búcaro de arcilla
al molde soberano de la rosa,
yo me regalo al arpa de tu sombra
para sentirme aún,
                                                              sentada en tus rodillas





SUPERLUNA

Me nace un corazón en la retina cuando duermo,
y ayer  quise soñarte más grande que la noche.
/
Fue cierto que la luna iba más cerca.
Batí en sus cerrojos
y en cada llave abrí
el tallo de unos  versos.
/
Te imaginé en su espacio
y te esperé desnuda…
tan sólo hecha de sedas,
pero acaso  iba sola o no pude encontrarte
en esa seducción  que te conmina
 a la orilla de un  agua
sin garzas y sin grullas.
/
Mi ensimismado dueño:
dicen que al corazón
se le habla con los ojos:
tal vez por eso  mismo me nace uno cuando duermo
y siempre, a pesar
 de no desconocer que no es el sueño
el lugar adecuado de las citas.
/

No hay comentarios:

Publicar un comentario