martes, 7 de marzo de 2017

Rodrigo Saavedra Vargas

                       
                                        EL HOMBRE BALLENA



Edilio, esa mañana no la olvidará nunca.
Mi hijo Tabo, me duele recordarlo. Tan hermoso, y lleno de alegría se perdió en el mar.
Así fue como todo ocurrió:
Su padre, Edilio, estaba atrapando peces, con la red a la orilla del mar. Caminaba unos metros al interior de él, luego tiraba la red atrapando un sin número de especies. Tenía la costumbre de recorrer toda la playa, y conocía cada centímetro de ella.
Le había dicho a su hijo, que lo fuera a buscar ya pasada la mañana. Quizás fuera una buena jornada.
Pero lo que sucedió lo marcará para toda la vida.
Esa mañana, Edilio, a pesar de tener los pies muy heridos por la arena gruesa de mar, lo intentaría de nuevo. En la playa, sobre la arena, contenidas dentro de una pilgua, había: pejerreyes, pancóras, remadoras y algunas corvinillas. Pero aún hay tiempo.
Un esfuerzo más. Ingresó al agua y en sus pies sintieron un temblor que le recorrió todo, el cuerpo. El agua tomó un color gris y las gaviotas que lo acompañaban dejaron de volar y se petrificaron. En el cielo se dibujaron figuras extrañas. Y el sol, que iluminaba con todo su resplandor, cambió al igual que lo hace la luz de una escenografía, en azules y grises.
Su corazón se detuvo, y brotó de su alma una angustia, sin sentido para ese momento.
En la casa, su esposa Milena y su hija Margarita, están viviendo una pesadilla. Tabo, el hijo, había desaparecido. Joven de diecisiete años, alto, larga cabellera, amplia sonrisa y de grandes ojos. Estudiaba en el Liceo de la comuna. Ese día muy temprano, había regresado de clases y su madre le recordó que debía ir a buscar a su padre.
La casa está ubicada en la ladera del cerro, un poco más abajo del camino. Desde ahí se puede observar todo el mar. Milena y Edilio eligieron el sitio. Entre flores y yerbas habían cimentado su amor. Desde niños, jugaban juntos con sus hermanos. Pero Edilio tuvo que partir a trabajar en los barcos de la pesquera local.
Cuando regresaba del trabajo, iba a buscar a Milena con el permiso de los padres y regresaban siempre al lugar elegido; sobre un pequeño, montículo, quedaron todos los sueños, sembrados entre añañucas y Diegos de la Noche. Edilio trabajó varios años y le compró una cuadra del cerro a Don Gustavo. Unieron fuerzas y les plantearon la idea a los padres, de que su deseo de casarse. Los Padres de Milena, no se sorprendieron ya sabían lo que vendría.
Así, entre la ayuda de los suegros y los padres de Edilio, construyeron una casa. Lo cual dio, comienzo a la historia de los Fuentes.
Su madre después de recordarle a Tabo, que debía ir a buscar a su padre él tomó su traje de buzo y se fue corriendo con los Romero, que estaban empujando el bote, para ir bucear. Les preguntó, ¿a dónde van? La respuesta no pudo ser mejor. ¡Frente al sector de playa hermosa!, los del bote, preguntaron y tu padre ¿Dónde está? él se encuentra en Playa Hermosa, tirando la red. Bueno,¡ para allá nos dirigimos!. El Joven, con su sonrisa amplia y llana. Se instaló en la proa del bote, para ver mejor el sector en que se encontraba su padre. El mar con su interminable vaivén, mecía la pequeña embarcación. Ellos debían sortear la desembocadura del río, un lugar peligroso. Tabo, intrépido, apoyado en su rodilla izquierda y en la punta de su pié derecho y semi parado en la proa, pensó: cuando llegue al lugar, me pondré mi traje e iré a buscar a mi padre a la playa, para regresar caminando. Pero, algo ocurrió, justo cuando el conductor, aceleró el bote para sortear la desembocadura del río. El motor se detuvo, frenando bruscamente. Tabo se afirmó, pero no pudo soportar el golpe de las olas por el lado de estribor. El bote crujió y giró bruscamente, estando a punto de sucumbir. Los marineros asustados, se afirmaron en la baranda. Con una serie de giros, enderezaron la embarcación.
Pero el joven, ya no estaba. La corriente del río, los alejo rápidamente del lugar y no pudieron apreciar en dónde se encontraba el muchacho. La impresión fue enorme. Conmovidos, se apresuraron a regresar y pedir ayuda a la comunidad. La noticia, llegó como un manto de angustia. Carabineros debía, informar a Edilio, y lo encontraron en la playa ordenando las cosas, juntos regresaron a casa. No lo podía creer. ¿Cómo podía haber sucedido? EL mar se había llevado a su hijo. Lo primero que pensó. ¿No lo habrán buscado bien? Edilio, No sabe cómo regresó, ya estaba junto al bote, lo abrazaba Milena, y no lo quería dejar ir. Ella Entre lágrimas le dijo. Carabineros y la Armada lo están buscando, las palabras de Milena no lo convencieron. El, Junto con los Romeros y los Aguilera lo fueron a buscar. Estuvieron todo aquel día. Los amigos le decían temerosos, que el mar lo regresaría en unos días.
Siempre había sido así. Había que esperar.
Esa mañana, Edilio, se despertó sollozando; pensó: no puedo seguir, es demasiado. Pasó varios días acostado, al lado de su mujer. Ella después de hacer las cosas de la casa, regresaba a estar al lado suyo. Las familias de las casas vecinas los ayudaban con la comida. Milena, acurrucó a su esposo, el cual, como un niño, se cubría su rostro para no ver la luz, y no quería despertar. Edilio, sentía los pies muy helados. Las frazadas pesaban y el cuerpo lo sentía adolorido. El, un hombre muy grande y fornido, yacía en la cama como un adolescente. El sólo sentía a su mujer, por el calor y calidez que ella le entregaba .Por su parte ella, lo acompañó por varios días. De vez en cuando le servía un poco de sopa. Ella le afirmaba la cabeza y lo enderezaba para alimentarlo, lo bañaba a medias; así pasó un tiempo.
El mar no quería regresar a su hijo. Le aterraba no poder encontrarlo. Milena comenzó a hablarle que la playa estaba muy hermosa. Exclamó:¡ Estamos aquí, amor, tu hija Margarita y yo!. Tú eres nuestro mundo. Dios, nos entregó a Tabo y Dios se lo llevó. Nosotros no lo podemos manejar. Sólo Dios sabe de estas cosas. Así fue que Edilio, abrió los ojos y con la voz más hermosa y cálida de su mujer, esta le dijo: Amor tenemos que seguir, nuestro hijo no está. Pero nuestra familia debe continuar.
Edilio se levantó y se frotó el rostro para despejar sus ojos y sentir su cara. En su rostro aparecieron muchas marcas que sólo hablaban de dolor. La luz entraba tímidamente por la ventana, acariciándolo con un suave calor. En ese momento se escucha: ¡Tus amigos te vienen a ver!, exclama su esposa. El los saludó, Los Romero no quisieron hablar más del asunto, no tenían la culpa. Fue solo un accidente…Te trajimos estos pescados. Mañana traeremos más.
El se sintió protegido por sus compañeros. Edilio exclamó, ¡pero esto no sería para siempre!.
Mañana iría a trabajar.
Al otro día, Edilio caminó por la playa, seguido de la atenta mirada de su esposa. Observó en la arena que pequeños crustáceos y algunos peces flotaban en el mar. Este lo había regresado a la playa, los cuales estaban tendidos sin vida.
Reflexionó…. ¡Mi hijo regresará!
Tomó sus aparejos, su traje de buzo, la maya y un gancho. Su mujer le entregó, junto con un beso, un pan, tomate, y un poco de sal. Debía partir.
Estando en playa hermosa, todo fue diferente. Las aves, como nunca se le acercaron. Las gaviotas lo reconocieron y volaban sobre él. Todo estaba tan hermoso. Gracias señor por darme una
nueva oportunidad; se puso el buzo, tomó su red y caminó hacia el mar, avanzó hasta que el agua cubrió su pecho, lanzó la red y salió caminando hacia la playa conteniendo en su mano un cable, se alejó lo suficiente y empezó a tirar.
La red apareció entre las olas, debió jalar con mucha fuerza, sus pies se hundieron en la arena y su torso se encorvó hacia atrás, sus manos apretaron el cordel y sus brazos jalaron de nuevo la red. Era una fuerza que de a poco se fue entregando .En Su rostro se dibujó una pequeña sonrisa, al ver que las corvinillas hacían fuerza para recuperar su libertad. Al fin, toda la red quedó al descubierto, y entre jugando con las olas, que no querían dejar ir a sus peces, acercó la pilgua y los guardó
Cansado se sentó.
Pasaron los minutos y comió el pan y el tomate. Sabe muy rico el mezclar lo seco del pan con el jugo del tomate.
En ese momento, le pareció ver en el horizonte una figura, pensó que sería una fantasía, pero se negó a mirar.
En seguida no podía creerlo, una suave cola gigante apareció en el horizonte. En ese momento le dio la impresión que alguien lo estaba mirando.
Algo le atrajo al mar, al principio sintió miedo, pero después se dejo llevar por la emoción, caminó tranquilamente hacia la gran figura en forma de pez nadó y luego se sumergió. Su corazón se detuvo de impresión y una ballena nadaba solitaria. Nadó en torno a ella.
El lobato al verlo se le acerco. Edilio se sintió amenazado, pero en su corazón escuchó una voz femenina.
¡No tengas miedo!
Aquella tarde se hizo tan larga, el lobato se relajó y se dejó que el buzo se sentara sobre su espalda. En pequeñas zambullidas el lobato lo conquistó. Al caer la tarde Edilio debió regresar a casa. Tomó sus cosas y caminó pesadamente hacia su hogar. Lo único que se apreciaba a la distancia eran las líneas de humo, dejadas por las casas. El ocaso, se anunciaba lentamente, como para darle tiempo de llegar con luz a su casa.
Le contó a su señora lo ocurrido, pero ella no lo entendía, pensó para sí: Edilio no está bien.
Su esposo descansó y se durmió profundamente.
Al otro día, cuando los gallos cantaban, se inició nuevamente la vida en la casa.
Milena iría al pueblo a vender los peces
Edilio regresaría al mar. Esa mañana no esperaba encontrar al lobato.
Milena se comprometió a viajar caminando a playa hermosa, para tranquilidad de su esposo.
Esperaba tener la oportunidad de ver al lobato.
Como era de costumbre había que buscar el posón apropiado y leer las olas. ¿Cuál era su comportamiento y cómo estaba el viento? Con viento norte, la pesca era una bendición.
Recordando a su padre el cual se metía montado a caballo hacia el mar. Cuando el agua le
llegaba hasta la montura, tiraba la red al mar, para luego jalar del cordel.
Hoy comenzó con la misma rutina.
Tomó la red, caminó hacia el mar y cuando pudo la lanzó fuertemente. Todo estaba resultando bien.
Pero cuando regresaba a la playa a tirar el cordel, un fuerte sonido le quebró la mirada. Como una flecha sus ojos se dirigieron hacia el mar. Su cuerpo levemente se giró y descubrió al lobato. Se quedó petrificado, apuró el tranco, tiró como nunca del cordel, recogió lo que pudo y se aventuró al mar. Quería estar de nuevo con su compañero. Lo que al principio, percibió como enorme, hoy no era más que un cachorro. Y se preguntó: ¿Cuánto tiempo lleva aquí? ¿De qué se alimenta? Se hizo a la mar.
Se acercó tímidamente y acarició el torso con sus manos. Gesto que despertó al lobato de un largo sueño. Si es un niño, debe beber leche.
¿De dónde le traeré leche?, ¿Cómo se alimenta? En ese momento llega su esposa. La cual mira desde la playa.
Entre las olas surge su esposo y le trae una noticia.
Edilio corriendo se acerca a su esposa y la saluda cordialmente. Le pide apresurado que le ayude a sacarle el traje. En un lenguaje inentendible le solicita algo.
Ella asustada le pregunta, que necesita.
Debemos traer leche, el lobato se está muriendo.
Es un pedido imposible. Deben correr a la casa y tomar lo que encuentren. Conseguir con los vecinos lo que más se pudiera.
Ya tarde, regresaron con un bidón de diez
litros, el cual traía en la boca del envase un guante plástico con perforaciones en la punta de los dedos.
Edilio se pone su traje y se sumerge en el agua fría avanza pesadamente en dirección hacia el lobato. Se deja guiar por su intuición. Cruzando el oleaje todo está en calma, golpea el agua, y en la distancia se aprecia un chorro de agua y aire.
El lobato, cual cachorro, se acerca a sus pies. El hombre busca su hocico, e introduce sus dedos y a la vez de los pezones transformados de un guante, la leche fluye, en un dos por tres se desocupa el bidón. La pregunta es ¿cuánto se necesitará para desarrollar a este niño?
Ya en la cama junto a su esposa reflexiona la tarea que deben cumplir. Le comenta a su esposa que mañana debe ir a comprar más leche. Así, con todo el trabajo la familia no pudo más. Era demasiado. Toda la comunidad se enteró de lo insólito de lo que le estaba ocurriendo a los Fuentes. El supermercado de la caleta le ofreció una cantidad de leche para un mes. Fue necesario recurrir a la municipalidad. El alcalde escuchó atentamente las explicaciones y la historia de los Fuentes tomó un rumbo inimaginable. Apareció en los diarios y en la radio local. Edilio como todo



pescador artesanal, se le bautizo como el “Hombre ballena”.
Todas las mañanas y tardes, se dirigía a playa hermosa para alimentar a su cachorro. De la papa, que al principio fue de diez litros, hoy es de 50.
Edilio mira al cielo e invoca a dios y exclama. “Gracias señor por este milagro”.
El lobato se pierde en las tardes y nadie sabe dónde va.
En la estación naval de la comuna, llegó una noticia, pescadores se han quejado de un mal olor en una de las playas del litoral cercano. Según los pescadores se trata de una ballena muerta de gran tamaño y se encuentra cerca de ella un lobato.
Así, transcurrieron los meses. La noticia llegó más allá de las fronteras. Lo que atrajo a varios científicos. Los cuales dieron su veredicto. Las ballenas viven de ciclos, y los cachorros viajan a la antártica en primavera para consumir los grandes cardúmenes de krill. Hoy nos encontramos saliendo del invierno y entrando en primavera. Por lo tanto el lobato debe viajar al sur como sea.
La noticia fue como un balde de agua fría. Viajar a la Antártica es una locura. Reflexionó Edilio: No puede ser. Los días junto al lobato fueron maravillosos. Pero deben viajar.
Edilio encargó la tarea de alimentar al lobato a los Romeros. Y se dirigió a la estación naval, para hablar con el comandante.
Señor, Necesito de su ayuda.



Dios me arrebató a mi hijo y Dios me envió la mascota más hermosa de la tierra. He tenido que alimentarla desde que la descubrí.
El capitán preguntó, ¿En dónde está el lobato? EL lobato se encuentra en playa hermosa.
¿Cómo pudo domarlo? No sé cómo sucedió, pero cuando le di leche en un bidón para diez litros empezó la historia.
Mañana iré a verlo.
Así, todos preocupados por la suerte del lobato, fueron a la playa para ver la lancha del capitán y apreciar directamente éste fenómeno de la naturaleza.
Cuando el capitán vio como Edilio se sentaba sobre el pequeño ballenato y se dirigía en la dirección que Fuentes le indicaba, no lo podía creer. Atónito regresó a su oficina. Ya en la tarde, Edilio regresó a hablar con el capitán y le planteó el problema. Debían acompañarlo en un viaje a la Antártica... Misión casi imposible. Imaginarse el largo tramo desde la bahía de coronel a los mares del sur. Una locura. El capitán tendría que consultarlo con el comandante de la región. Pero Fuentes, antes de esperar la respuesta, se dirigió a los medios de comunicación y les presentó el proyecto. Contaba con la ayuda de dos mil kilos de leche donados por la Municipalidad. Los supermercados le dieron la alimentación para varios meses. Necesitaba urgente un medio para acompañar a su cachorro. Las preguntas surgieron en torno a la armada de Chile, ¿Qué rol jugaría?



El capitán llamó a Fuentes a su oficina y le informó que la armada le prestaría toda la cooperación.
La esposa le armó el bolso. Su hija le prometió que lo esperarían.
Al principio fue tremendamente sacrificado. Todos en la nave ayudaron a Fuentes. Lo más terrible es que no se podía sacar el traje en largo trayectos.
Recorrieron unos metros, después unos kilómetros, lobato se distraía con los lobos de las diferentes playas. Fuentes debía llamarlo por medio de golpes en el agua.
Para la leche el cocinero se le ocurrió una idea de conectar una manguera directamente del estanque de leche y no habría que bajar con los bidones.
Descubrieron que cuando apagan el motor del barco, lobato se perdía fácilmente y costaba llamarlo. Por lo tanto, no debieron apagar el motor del barco durante todo el trayecto. Las primeras noches fueron de una permanente preocupación, Fuentes no podía dormir, era demasiado el compromiso. El capitán conocía un lugar único, en que por muchos años sirvió para guarecerse y descansar para las ballenas que viajan desde el norte. El lugar quedaba en el extremo sur de la isla de Castro. Pero surgió la desesperanza porque estaba deshabitado y debieron tomar rumbo al sur.
Al fin pudieron recalar en la isla gaviota.
Toda la comunidad salió al encuentro, pero no se percataron de que el barco estaba acompañado de un ballenato. Fue algo increíble.
Mientras la tripulación bajó a tierra, la comunidad trato de ayudar, trayendo grandes cantidades de sardinas. Al principió a Fuentes no le gusto la idea, pero el ballenato, las consumía sin resistirse.
El cuerpo del animal se hizo enorme, las sardinas parecían, cada vez, un pequeño plato. La comunidad se alarmó, que debían trabajar para el ballenato y eso los distraía de sus actividades diarias.
El barco tomo rumbo al sur, el ballenato competía en tamaño con el barco. Ya se alimentaba solo y Fuentes se dedicaba a observarlo desde la proa del barco.
El agua estaba cada día más helada, Fuentes debió recurrir a un traje especial para nadar junto a su mascota. Los marinos lo admiraban y miraban con asombro la actitud del ballenato hacia su amigo.
Todos estaban conscientes, que venía lo más difícil.
Después de recalar unos días en Puerto Montt para reabastecerse de alimentos y combustible. Todos se dirigieron al sur.
El viaje, adquirió el carácter de peligroso, el cruzar el estrecho les tomo mucho tiempo y debieron recalar unos días en la isla Watson.
Al fin, la nave avanzo más al sur, para los marinos, el Cabo de Hornos, es difícil, cuesta el solo hecho de mantenerse en pié por el vaivén del barco.
Todos se encontraban en mal estado y no podían dormir durante el cruce.
Fuentes rogaba a Dios para que el motor del barco no se detuviera por ningún motivo. El ballenato se perdería en esta inmensidad.
Pasado unos días de viaje, el mar se tranquilizó y para suerte del ballenato que llevaba varios días sin comer se encontró con un cardumen de krill. Lo que le ayudó a reponerse y Fuentes pudo descansar.
Edilio presentía que sería el final o se moriría por la soledad si no encontraban a los parientes de ballenato.
Con un fuerte sol, y el cielo despejado, las ballenas aparecieron por miles. El horizonte se cubrió de ellas
Llegó el momento más terrible, sería su segunda pérdida. Sus dos hijos
Pero esto es lo más grande.
Fuentes pidió al capitán que detuviera los motores. Cerca de la nave había un grupo de ballenas y ellas siempre cantaban. El ballenato desconcertado se acercó tímidamente a la familia de ballenas. Al principio estuvo varias horas distante, pero una de las ballenas más pequeñas no aguantó la curiosidad y se acercó al ballenato. Pasaron todo el día junto. Al fin se encontró acogido.
Pero ocurrió algo aún más inusual.
En la mañana, muy temprano, el vigía aviso al capitán que había dos ballenas en Babor. Fuentes se puso el traje y bajó hasta donde se encontraban.
El animal dejó que Fuentes subiera a su lomo y juntos dieron un paseo por la bahía. Sería una despedida de hombres. De los que no lloran.
Fuentes regresó al barco y reiniciaron el regreso. Al principio se observaban claramente como jugaban las dos ballenas y después sólo se dibujaban unas siluetas en el horizonte.
El regreso fue corto. Edilio, se durmió profundamente, y no salió de su camarote a pesar de las sacudidas. Su espalda estaba fría. Sólo quería descansar.
Al fin regresaron, al bajar del barco agradeció al capitán y a su tripulación. Y allí estaba su hija y su esposa.
No sabía si reír o llorar.
Su esposa presentaba un avanzado estado de embarazo.
El la abrazó, con llanto y feliz por la nueva noticia.
Ella le contaría que sucedió con Tabo.
Nunca se habían sentido tan unidos. La vida es una constante.
(A Tabo lo encontraron tendido en una playa muy al norte, toda la comunidad acudió a los funerales)


Quirihue

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