miércoles, 16 de marzo de 2016

Alfredo Pérez Alencart

                                       Pintor  José Palma
                              
                                          PERÚ
                             



Yo he bebido esa leche verde que va nutriendo el goce
tras comer y dormir
en los pezones de árboles susurrantes
guardando el fruto que a diario perfumaron
el delta de mi desamparo
cuando fui puesto en la costa más agria
mostrándome su pesado cortinaje de garúas
y de vaso en vaso
quebré el extravío sin quemar consuelos
por el hervidero Capital
donde hasta el aire me acosaba
como bestia sedienta restregando su sobaco
en mi nariz.
                  Pero avancé por el desierto
del ardor
con mis raíces y fastidios,
tan caracol para llegar seguro, lleno de ecos
cargando chispas o mareas y semillas de la noche
por el témpano azul de los Andes
que desde niño divisaba
horizonte al fondo de mi calurosa Tierra,
región fiel y delirante
en las aguas que repetían su imagen ceremonial
a vuelo de águila danzante del cielo
mientras yo abría códigos
de chirriantes exorcismos que a veces
adivinaba
con las plumas de la libertad.
                                         Mi lengua saborea
una porción del Perú que fue amansada


por mis ancestros,
secretas selvas con diez mil años de recuerdos
y cálidos hechizos
y pequeños proyectos tramitándose
sin renegar de la leyenda.

                                      Por eso no lavo mi amor
en esta tarde que me filtra el Puerto
de mi desembarco. Por eso
atravieso el río sin parpadear de golpe:
así brillan los besos
que recubren la piel de tanta ausencia,
pétalos que pastoreaba por el barranco tan hondo,
anterior a mi mirada
que ya encontraron los Pérez y los Troncosos
con los Mendozas surcando el Manu
o el Inambari
sin orden jerárquico por la subsistencia
de la que no salieron ilesos.

                                        Luz y sueño.
                                        Luz y pronto deseo
para mezclarse con las amazonas, como el errante
Alencar que a los cincuenta y tantos
buscó pareja de veinte para ahuyentar a la máscara
de la muerte.

                   Soy un peruano con muchas patrias:
por eso nunca me ha lacerado la soledad
ni me hace lagrimear el humo
del desarraigo.

                     Soy un peruano de única Tierra:
la de mi soplo original, la de mi labio vivo
moviéndose hacia la selva
con su abundante rumor de mundo.

                                              
                                        Soy un peruano:
pasen hasta mi corazón y vean,
vean que no hay genuflexiones ni frases delebles
falseando méritos de peruanidad,
himnos van e himnos vienen
los días conmemorativos hechos nada
a la mañana siguiente


 Mi Perú es mío y sólo lo comparto
con quienes hallan en mi voz su tremenda
identidad mestiza
por los cuatro costados.


 En adelante
bajaré a beber del pezón más fresco
de esa Tierra que dejó su gracia
en mí.

.
cartografía de las revelaciones
Colección “Los Confines” / 7
Editorial Verbum
Trilce Ediciones

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