sábado, 20 de febrero de 2016

Priscila Valone

                                      
                                                       Pintor RODOLFO ABULARACH


Infierno I

Arder a la distancia. Acercarse al no entendimiento y no volver. El inicio del fuego en mi vida es cargar con el primer cuerpo a cuestas/construir una muerte mental como si ideara un bosquejo cadavérico: habrá un cuerpo inmóvil y yo no podré verlo. Habrá cemento y un nombre grabado. Habré pensado en la forma y sensación de la ausencia. Hay pensamientos que no alteran ningún efecto: llegar tarde al cuerpo y saber Que ya no venga ni vendrá. No existe la sensación de ausencia la Ausencia ES en si misma y ES amorfa:
pero a mi me pareció que adquiría
lentamente
la forma de un infierno intenso.


Infierno II

Revolución del fuego. Podía oír a las llamas gritar. Cada cosa en estado de ardor máximo y en aumento. Todo mi cuerpo al rojo vivo se acercaba a darle amor al pequeño cadáver. No hubo tiempo de bosquejos. No hubo pensamientos. De repente todo ardió. El cuerpito amarillando la mañana. El frio quemando los ojos. Los ojos quemando las horas. La tristeza quemando los huesos. La ausencia tiene cuerpo y es fuego que se arrastra encima nuestro. Este es el inicio del infierno eterno: cada vez que despierto me incendio y ardo y muero.

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