viernes, 19 de febrero de 2016

Eduardo Dolores Servando

                                        Pintura Carol Retamoso
El ave y su territorio
 

Su nido junto al Coiquén.
En la cúspide del cerro,
bajo sus faldas, la meseta.
Tierra de los Vientos,
un lugar de zorros.
sovare de Vegas Verdes
cruzando el riachuelo
remontando el empinado.
 

…Quirihue….
Donde converge el encuentro
de un pueblo con visajes antiguos
gentío laborioso y tradicional,
afanado en sus quehaceres,
cultivando, amando la vida
entre cerros y bosques,
próximo al mar, que tranquilo le baña.
 

En su lar terso el ave volita cada día
los cuatro puntos que colindan con su nido,
en vuelo rasante por los campos,
bajo el sol, sus alas van arando la tierra
detienen el viento para proteger la espiga,
mueve las nubes para regar los sembrados
y cuida en noches de tormentas
cuando el cerro sombrea.

Y al norte
Llohue, Los Remates y San Juan,
lindas tradiciones y leyendas
cantos a lo humano y lo divino
devoción, ritos paganos y
hermosas mujeres de atuendos sensuales,
alucinan con ojos de arcoiris
a incrédulos afuerinos
en la celebración de San Sebastián..
 

Planeando por El Guanaco,
en el cordón cordillerano
orillando el pacífico del sur.
como hongos y pastizales
brotan bosques de pinos
que cada año laboriosas
cuadrillas talan y talan
y vuelven a brotar.
 

Entre caminos sinuosos
por extensas quebradas
un largo andar hasta El Porotal
la vieja estancia familiar
donde frondosos árboles
se multiplican cargados de manzanas,
el campesino paciente cosecha.
Prepara el caldo de chicha,
que un parroquiano sediento
beberá hasta su sed saciar.

Y en Manzanares
la niña junto al río
lava con afán sus pies cansados
de tanto caminar,
le espera un largo trecho
antes de llegar al hogar,
donde aguardan sus hermanos
con pan de rescoldo, chicharrones
un mate y mucho que conversar.
 

Por San Juan, entre cuelchas y
sombreros de paja
el ave escudriña imponente
la casona patronal
de San Agustín de Puñual,
donde nació el héroe que defendió
su patria en un combate naval.
 

Va el ave cada día a su madrigal
al sueño profundo de un amor encontrar,
extiende sus alas, erguido su pecho
con la mirada al infinito, muy lejos,
donde otra avecilla arrulla entre sueños
el embeleso que el ave quiere acariciar.


Extraido del libro Vuelo del Ave
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