martes, 25 de agosto de 2015

Ana Lucia Montoya Rendón

                                         Pintura de Vladimir Kush
 
ORGÍAS AL DESAYUNO
...cada día despiertan ansiosas y hambrientas. Con besos dulces succionan. Anhelantes y excitadas beben. Así, enervadas, exhiben sus más sensuales perfiles esperando yacer con él. Son de mil colores los vestidos de velo con los que deliciosamente le sugieren sus figuras; lo aman y él, incansable, seducido, permanece ardiente desde que abre los ojos hasta que se le va el día. Qué adorable enamorado es en el lecho. Orgiásticas delante de él, danzan lujuriosas sin parar y liban del néctar de las flores. Lo antojan las coquetas... ellas, como pañuelos de colores le abanican alientos y vida... ellas son... ¡las mariposas enamoradas del Sol!


 
EL LIBRETO
(Cuento)
...hoy, como siempre, leo reincidente y sutil. Siento que se deslizan por recovecos de mi mente todo el andamiaje, los personajes, sus voces, las luces, las sombras, sobre todo estas últimas. Vuelvo a creer que es una buena obra. De esa forma veo cómo se alza grandioso el telón, aparecen gobelinos mágicos y discurren de nuevo, envalentonadas, las memorias. De entre todo, recuerdo una escena en especial; había una seguidora que encandilaba el alma, esa luz me hacia abarcar la obertura, la trama, el desarrollo y el gran final. Al releer, venía a mí la fuerza de esa creación. De fondo escuchaba el lamento de los oprimidos que, al disminuir su quejido, dejaban aposentar a plenitud en el hermoso hemiciclo la voz fuerte de un espíritu burlón de figura indefinida que hablaba de los colores del espectro y del movimiento suave de los cambios del paisaje sobre los valles. Discurría sobre la vida de los mares y sus aguas multicolores, del cielo y sus estrellas y de la gracia de sus nombres. Con argumentos muy fuertes apabulló al auditorio, así fueron apagándose las luces y entre sombras, se arrastraron los silencios. ¡Cómo quisiera recordar una y mil veces ese apoteósico final! Recordar al autor, los intríngulis de la puesta en escena, ver de nuevo a los protagonistas, mirarlos en su metamorfosis sufrida. Pero hoy nadie puede contar nada porque todos los que actuaron están muertos. Murieron sin darse cuenta, los mató la misma obra repetida y la crueldad del director y de los espectadores, que los fusionó a todos.
Después de haber releído el cuadernillo y de repasar cada una de sus frases, me di cuenta que estaba escrito con tinta invisible, observé también que nunca hubo tales cuadernillos, ni tal obra, menos actores y, mucho menos... ¡yo! Solo fue un lapsus intelectus que tuve al observar el poster de la obra "Los Indefinidos" del Señor Pope Rodan, como lo llamaban en los círculos artísticos, en los de la crítica y también en los de la prensa. Ese hombre tuvo la buena fortuna de ver representada su obra de manera ininterrumpida durante dos años en Brodway por allá en los inicios de los 30s. La obra de Rodan era en realidad un buen discurso sobre las entradas y salidas de los muertos vivos desde el mundo de las ideas y el poster que yo estaba admirando, fue la vía para escapar hacia esos quiméricos lugares. Dicen que la crítica muy gustosa acogió ese título. Todos, director, libretista, productor, escenógrafos, maquillistas, utileros, repito, todos en general, se sentían implicados con cada palabra de ese del libreto; se sabían aliento vital del mismo; igual le ocurrió a los espectadores que abarrotaron el teatro por cada puesta en escena. Cuando terminó el segundo año, de forma misteriosa uno a uno fueron desapareciendo, mientras el libreto se convertía en un mamotreto, al punto que, hubo de intervenir la policía para investigar las desapariciones y la "gordura del tal libreto", sin poder determinar finalmente nada de las causas del sobrepeso de ese libro, ni encontrar hacia dónde se fueron los implicados en la obra y los espectadores. Esa investigación, después de 90 y pico de años, aun no se ha cerrado.
Sigo admirando y releyendo el poster. Tengo frío. No escucho los sonidos de los motores de los carros ni la algarabía de la gente que va y viene. Todos hablan a la vez pero lo único que escucho es el silencio.
¡Qué frío! ¿Estoy hecho de papel y las letras son mi sangre, pura tinta seca?

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