jueves, 2 de julio de 2015

Carlos Cuccaro

   

Pintura Raquel Forner




¿Y qué del florecer?

Porque el poema florece,
pero
no se deja fecundar tan fácilmente.

Extraños insectos
ensayan
la ceremonia (doctrina de entomólogos)…
la palabra se entremezcla
con  polen y esperma,
los canteros
se llenan de plantas carnívoras,
las piernas de mujer
se abren
en la noche
y reciben el vino del Verbo,
espeso y coagulado.

Obscena operatoria
de la naturaleza:
obra del demonio, claro,
Príncipe del Mundo,
padre de Marilyn y de los anarquistas.

La palabra
se niega a la metamorfosis final,
a ser tan inocente y feroz como los niños.

¿Qué del florecer?

 
¿El académico, acaso?
¿El pedante?
¿El seductor de esposas aburridas?
¿El coleccionista de latas de gaseosa,
el heredero de la incertidumbre?

No.Nada.La Nada.

No sé si has visto
ciertas pinturas de Raquel Forner.
Así cuelga la luna del cielo:
como un gato muerto,
detrás de las palabras.



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