jueves, 2 de julio de 2015

Albin Lainez

                                                Pintura de Rebeca Mora Ríos


Metralla

Esta sensación nueva me sujeta como al pájaro que la tormenta mece. Una vibra onda, acaso anónima. La inminencia que de mí algo despegará, naciendo desde la médula. Sin todavía forma o rostro por el que ser mal juzgado. Algo informe -urgente- clamando ser dado a luz y figurar en el mundo a pesar del caos. Mientras tanto puede que hasta olvide aquel nombre por el que fuera conocido de tantas y tantos, y quizás me cueste entonces ajustarme a las situaciones habituales, a la condena de ojos transeúntes, al desamor por quienes no conozco. Cómo seguir ahora tributando a este sistema serial, a un estilo de vida con semejante bizarría?. Nada parece revestir tanta importancia como encontrar el ingenio para deponer al monstruo virtual que me envenena reptándo como larvas de a mil, royéndome las venas según el curso de su demencial canto azul y sus dientes de metralla

 
Recorrida



Pero es que andaba recorriendo mis adentros, aquí fundé un pueblo con sus buenas gentes de trabajo y costumbres en orden, allí vi la clara posibilidad de instalar un cordón montañoso con todas las de la ley, podrán apreciar el esquivo paisaje propio de este tipo de ambiente, su corona de cimas nevadas incluso, admirable la envergadura diría. Estuve ocupado realmente, todavía lo estoy, planeando los próximos pasos en estas latitudes que me conforman. Y sin embargo vienen a joder con las llaves que debía entregar a cierta hora, o esos policías de la ruta agitando indecorosamente sus talonarios de boletas. No sé, como si el mundo exterior complotara en mi contra. ¿A quién le hago mal?, solo intento vigilar los rebaños, las ciudades, el ir y venir, que suceden dentro, la atención no puede dirigirse a todos lados en el mismo instante. Hay un yo encargado de lo que sucede afuera, ese es el que negocia, abona, etc., pero no es muy hábil que digamos, ni siquiera atento, porque está irremediablemente ligado a su otro, es decir yo, que precisamente se encuentra sobrevolando una zona de incendio o de conflicto en desarrollo ubicada en la intimidad absoluta.

Ay! si pudieran unirse para encarar alguna maniobra conjunta, un acuerdo de partes, ¡cuánto tiempo nos ahorraríamos!

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