lunes, 1 de junio de 2015

Liliana Varela


SIN RESPIRO-Microcuento

Me atenazó el  cuello con sus garras; no podía respirar.
El aliento había  descendido al diafragma negándose a morar en las cavidades respiratorias.
Tuve  pánico.
Tal vez si  cerraba los ojos la visión pudiera desaparecer; era cuestión de probar.
El sudor amenazaba  con lubricar toda porción de piel y hubiese dado cualquier cosa por estar bajo  una fría corriente de río.
Su mirada me  congeló cual basilisco; sentía como la piedra invadía poco a poco cada una de  mis células y ni el grito era capaz de asomar –ocultándose cobarde vaya a saber  en qué habitáculo corpóreo.
Sentí el crujir  de las vértebras bajo su abrazo de oso y quise que la muerte fuese súbita al  momento de la sensación.


Volvió a  extender su brazo armado hacia mi (como si fuese poco el efecto que su mirar  producía)
-¿Va a pagar la cuenta usted? –preguntó  extendiéndome un papel.

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