sábado, 2 de mayo de 2015

Alixia Mexa. (México)


EL GATO QUE BEBIO HIEDRA
     De las sombras dela noche surgió su cuerpo tambaleante. Luego fue tomando la figura del felino.
Suaves bigotes tupidos, de entre ladrillos rojizos nacíanpara perderse en el cuerpo oligárquico del gato.
     Dos esmeraldas seincrustaron en sus cuencas para darles brillo a las pupilas, que se esparcían en la oscuridad como lámparasflameantes en los muros de los estrechos callejones
     Parecía rondar eldomicilio desde su nacimiento aforado, subió al tejado como acostumbraba: unbrinco enorme flexionando tanto su contorno que lo hacía parecer más grande delo que en realidad era.
     Un lamentoimperceptible primero, después, gritos que espantaban el sueño de loshabitantes de la ciudad. Parecía un ring de maullidos sordos, en fin, gatoscallejeros y salvajes en sus juergas nocturnas, no podía ser más que eso.
     Después de unerizado momento las nubes decidieron arrojar su contenido sobre el cielo deValis; un repentino electroshock en el cielo iluminó la pequeña ciudad quedandoal descubierto las siluetas de varias figuras felinas. Se anunciaba la tormentamediante las gotas más redondas y frías que la oscuridad imaginara.
     Esa noche sederramaron 111723 litros cúbicos de agua que enmudecieron el brillo de la luna,por unos instantes la ciudad se tornó en una inmensa masa negra. Todo refugiopara la fauna fue en vano, el agua los alcanzó hasta el último gramo de piel. Laflora sucumbió al intenso derrame. Después de la tormenta, lo que parecía seruna  figura humana  salió de su refugio, como un felino  de verdad, el hombre bebió de nuevo lainfusión de hiedra que corría por las calles de Valis.

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