miércoles, 31 de diciembre de 2014

Marta Pizzo(Argentina)





Ventanas
Instintivamente miró sus manos frías: nada; ni un vestigio de sangre sobre el despótico temblor...
La escena trastornaba la atmósfera del cuarto; ni el retrato agreste del jardín pintado en la única ventana que no advirtió, lograba ennoblecer su sacudida humanidad.
Y se encontró tan solo, estallado en la trampa que él mismo organizó, en fecha y hora exactas, cuando se puso a expensas de la provocación..
No llevó mucho tiempo ni demasiada destreza la estructura. No hicieron falta excusas ni rencores. Un juego, eso, un popular y fatal juego que penetró sus debilidades más profundas y se apropió de su apagada voluntad. Aún convulsionado por la explosión y las imágenes -en locos movimientos- comenzó a cerrar una por una las ventanas, que se llevaban tras de sí espurios cuerpos inertes, cruelmente destrozados, brevemente extintos...
Cuando hubo acabado de cerrar la última ventana, ya con la habitación en completo silencio, desvió su exhausta mirada y acercó los ateridos dedos al calefactor.
Luego, de un tirón, desconectó la P. C. sin respetar los laberintos de apagado, se levantó y encaminó hacia la ventana tarareando “Sólo le pido a Dios…”
La pólvora le olía a sahumerio de violetas.


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