martes, 30 de diciembre de 2014

Jose luis Colombini (Argentina)

                                   Pintura Max Ernst

Susurrando silencios

Me gustan las tardes en el campo y amanecer en la montaña
Me gustan las borrascas que dibujan
mil y una sugerencias en el cielo como una Princesa Persa
sosteniendo cuentos en el río de sus ojos.
Me gusta cuando estalla octubre
y perder mi mirada en los laberínticos pétalos de una rosa.
Desgranar la tarde con mis labios sobre tu piel,
ver un relámpago cortando la noche
y el verde del campo renaciendo en días solitarios.
Me gusta perderme entre calles y casas de adoquines,
pasear por una alfombra de hojas muertas
bajo una luna que besa tus pies.
Me gustan los silencios
que tejen palabras en mis manos vacías
para que las llenes de rocío.


 




Evocación Dominguera

Un sol embriaga pasos en su agonía,
un domingo que añora hojas verdes
alargando voces que suenan cada vez más distantes.
Hoy la melancolía es una copa trizada,
que brilla al en la siesta,
es un fuego en el atardecer
atando la tristeza de la calle desinflada.
Camino en el frío, séquito que calcina las hojas
abriendo con sus fantasmas el nicho de la vida.
Una mujer abre una ventana
para mirar la realidad con otros ojos,
un hombre en bicicleta se detiene y arma un cigarro
con tabaco Richmond.
Dos gorriones juegan,
se refriegan en los escasos rayos de sol.
Repaso con nostalgia mi niñez
en la proeza del negro Arce
que atrapó dos gorriones mientras peleaban.
Recuerdo las calles que solía caminar
pateando soledades, rumiando historias
donde pudiera ser el héroe.
Las avenidas de tierra se suceden,
y parece que estamos tan lejos de Dios
llevando la postergación
en este camino
en el polvo que lo cubre.
Sueños de un mundo mejor
que juegan a las escondidas,
en las manos del futuro
entre la mugre y los desperdicios
que la gente arroja a la vera de la calle.
Lejos de las grandes autopistas,
de autos último modelo
de ostentaciones de amor.
Cerca, muy cerca del olvido,
acariciando el retraso, el quedarse en el tiempo
entre bolsas negras cubriendo los menesteres
de la civilización como banderas deshilachadas de tristeza
decorando las tuscas y los espinillos.

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